Durante el campamento de entrenamiento, un par de jugadores defensivos siempre estaban comentando que pensaban que la defensiva de Todd Bowles en realidad era más agresiva que la de Ray Horton, algo que francamente sorprendió a la gran mayoría. No había seguridad de que eso fuera posible. La semana pasada el sitio especializado profootballfocus.com realizó algunas investigaciones sobre los equipos — tanto ofensiva como defensivamente — que han permitido y creado la mayor presión para el mariscal de campo sin ser bloqueados. Adivine quien estaba en la parte superior en la lista de las defensivas.
De nuevo, esto es en base a los partidos realizados antes de este fin de semana, los Cardenales habían conseguido evitar el bloqueo de la presión 49 veces en ocho partidos, el mejor en la liga, y consiguieron golpear al mariscal en 61.2 por ciento de las ocasiones, que fue el tercer-porcentaje más alto. ¿Qué significa esto? Significa que Bowles y su defensa han sido capaces de crear la suficiente confusión con sus presiones/cargas que los jugadores se han desatado (los apoyadores Karlos Dansby y Daryl Washington se encuentran entre los mejores jugadores individuales).
También suena interesante que: En el otro lado del balón, los Cardenales han permitido 18 situaciones de presión sin bloqueo, empatados con la sexta menor cantidad en la NFL — lo que significa que con todo y esas fallas de la protección por pase, el esquema al menos figura para los caza-mariscales la mayoría de las ocasiones. (Y sí, probablemente signifique que los rivales presionan menos creyendo también que pueden vencer a los bloqueadores mandando cargas con cuatro hombres.)
Esta semana será una gran prueba. Ver a la línea defensiva de los Texanos atacar a Andrew Luck de Indianápolis el domingo por la noche con J.J Watt y el ex Cardenal Antonio Smith, entre otros, fue revelador. En el otro lado del balón, el mariscal de campo de Houston Case Keenum puede en verdad moverse. Pero los Cardenales han tenido dos semanas de preparación. Y los Texanos deberán estar tambaleantes después de otra aplastante derrota.