El entrenador de los Cardenales Bruce Arians habla con gente que le deseaba éxito en los pasillos del Estadio Lucas Oil Stadium en su regreso a Indianápolis.

INDIANAPOLIS – Bruce Arians lentamente se abrió paso entre la concurrencia en los pasillos del estadio donde ayudó a resucitar la temporada pasada, no conseguía dar unos cuantos pasos  sin estrechar otra mano extendida.

Durante unos minutos, parecía candidato presidencial en plena campaña. Si se hubiera presentado una votación dentro del Estadio Lucas Oil el pasado fin de semana, hay una buena probabilidad de que Arians hubiera ganado de manera aplastante.

Los apretones de mano venían de parte de amigos, rivales, colegas entrenadores y periodistas, algunos de los cuales esperaron a Arians sin tener una pregunta para él. Sólo querían felicitar al nuevo entrenador en jefe de los Cardenales por conseguir una meta a la que aspiró por largo tiempo.

Arians regresó a Indianápolis por primera vez desde que ayudó a llevar a los Potros a la postemporada cautivando a la NFL. No pasó mucho tiempo para que los recuerdos de una temporada tan fantástica, tan emocional, tan feroz lo inundaran de un solo golpe.

"Mientras conducía hasta el estacionamiento tuve que mantenerme sentado en el automóvil por un minuto, ya que fue un año excepcional," dijo Arians. "Muy buenos recuerdos que nunca se olvidarán, las personas, las amistades que tuvieron lugar en este edificio. Fue especial."

Arians se quedó en su apartamento de Indianápolis toda la semana, durmiendo en su propia cama, conduciendo su propio automóvil. Sin embargo, no será por mucho tiempo más. Su contrato vence dentro de unos días y entonces será momento de mudarse oficialmente a Arizona para su primer puesto como entrenador en jefe en sus 38 años de carrera.

Su regreso a Indianápolis cerró un capítulo de su histórica carrera y abrió otro. Antes del combinado, Arians dijo que planeaba visitar un par de sus restaurantes favoritos, Mesh y Dunaway's, y quería cenar con el mariscal de los Potros Andrew Luck. Quería tener una salida más en la ciudad a la que ha servido dos veces.

En lugar de sentarse junto a Chuck Pagano entrenador de los Potros en uno de los palcos de lujo calificando jugadores y buscando a la próxima gema entre los novatos, como lo hizo el año pasado con los Potros, Arians estuvo capitaneando su propio barco este año.

"Es difícil porque obviamente tenemos una estrecha relación," dijo Pagano. "Es un gran amigo y confidente. Es difícil. Estás esperando que llegue por la noche al palco para realizar juntos las entrevistas. Esta vez se dirigió  a otro palco y para conducir sus propias entrevistas."

Mientras que Arians dio un importante paso largamente esperado en su carrera, sigue siendo el mismo Bruce de antes. Portó una boina color escarlata toda la semana y se dio tiempo de hacer reír a todo mundo.

"Cuando lo veo por lo general tengo una gran sonrisa en mi cara, me hace carcajearme," dijo el gerente general de los Potros Ryan Grigson. "Es un tipo ocurrente, ingenioso y probablemente ha olvidado más futbol del que yo sé."

A estas alturas, la temporada 2012 de los Potros está grabada con fuego en el libro de recuerdos de la NFL. Arians reemplazó a Pagano, quien fue diagnosticado con leucemia después de tres partidos, y llevó a los diezmados Potros a una postemporada increíble. El esfuerzo representó para Arians su primer premio como entrenador del año y le ganó renombre en Indianápolis. Se convirtió en una estrella la temporada pasada y el estrellato que se prolongó  hasta el Combinado, donde Pagano no había podido ver a Arians durante los primeros días, más que a través de la televisión.

Cuando Arians, subió al escenario para su conferencia de prensa el pasado jueves, el entrenador Greg Schiano de Tampa Bay estaba bajando del estrado.

Schiano se detuvo, mostró una amplia sonrisa en su rostro. Otro apretón de manos para Arians. Otra felicitación.

"No está mal para dos tipos de Nueva Jersey," dijo Schiano.