Cualquiera que haya visto la mayor parte de las dos últimas temporadas Cardenales sabe que a la defensiva le ha gustado arremeter. Así que este reciente tuit lleva consigo poca novedad en el contexto de la NFL:
Fue el sello del entonces coordinador defensivo Todd Bowles. Atizarle al fuego, dejar que todo se resolviera en sí al final. Es por eso que los Cardenales se fueron para Antonio Cromartie la pasada temporada baja —querían ese tipo de esquineros que presionan en la marca hombre-a-hombre para poder sobrevivir en la isla. Es sub-producto asimismo de no contar por los extremos con ese dinámico caza-mariscales que cause problemas con una arremetida "normal" de con cuatro hombres. Ahora bien, se puede argumentar que en estos días y en esta era incluso mandar a cinco cazadores no es exactamente una arremetida, pero había un gran número de ocasiones en las que los Cardenales enviaron también al menos a seis jugadores.
¿Lo sucede ahora? La sensación es que la defensiva, incluso bajo la dirección de James Bettcher, no cambiará mucho. Eso incluiría la arremetida. Es decir, los Cardenales todavía no tienen a ese tipo que conseguirá 14-capturas embistiendo por el exterior (aunque quizás Alex Okafor pueda elevar la producción de su de alguna manera sorprendente total de ocho capturas la temporada pasada.) La presión todavía tiene que ser confeccionada a través de un esquema, al parecer. La manera como Bettcher ordene las jugadas no se conocerá realmente hasta que los Cardenales abran la temporada contra Santos el 13 de Septiembre (y vaya ofensiva de pase contra la que abrirán la campaña.)
Ciertamente, es de admitirse que Bowles se llevó consigo su arremetida a Nueva York. Pero es difícil imaginar que esa agresividad — que ha servido tan bien a Cardenales — va a desaparecer bajo la dirección de Bettcher.