El partido del domingo contra San Francisco a lo largo de los tres primeros periodos fue similar a lo que habíamos visto durante las primeras siete semanas, es decir una ofensiva improductiva, precaria protección para el mariscal Josh Rosen y una defensiva con dramáticos altibajos.

Al iniciar el cuarto periodo el marcador estaba 15-3 a favor de San Francisco. Y fue entonces cuando sucedió la magia.

La ofensiva de Cardenales tuvo el mejor periodo en lo que va de la campaña sumando 186 yardas totales y anotando 2 touchdowns, el primero de ellos producto de una trayectoria de 6 jugadas, 75 yardas que cerró con un pase de 13 yardas dentro de las diagonales a Larry Fitzgerald.

Después vino una jugada que parecía podría congelar las aspiraciones de una remontada para Cardenales, el balón suelto de Jermaine Gresham ya en territorio de 49ers, un duro revés que no amedrentó al joven Rosen cuando la defensiva se encargó de regresarle el balón con 2:16 por jugarse.

Josh Rosen lideró a Cardenales campo adentro por 75 yardas, trayectoria durante la cual Cardenales convirtieron en 3 ocasiones en tercera oportunidad incluyendo la jugada que selló el avance, el disparo de 13 yardas de Rosen, un pase con aroma de rosa, pero con el filo de una espina a su colega el receptor también novato Christian Kirk con 34 segundos por jugarse.

Fitzgerald colocó la cereza en el pastel no solo concretando la conversión de 2 puntos para sellar la victoria 18-15, sino realizando una maniobra "de carácter emocional" que nunca antes en su historia futbolera había realizado, picar el balón contra el pasto.

Después del partido Fitzgerald comentó que golpeó el balón contra el pasto para sacar la frustración que lo había acongojado todo el día luego que su hijo Devin prefirió ir a la Feria Estatal en lugar de asistir al partido para apoyar a su padre. Ahora Devin tiene razones para asistir al próximo.

Fue una noche estupenda para el entrenador Byron Leftwich en su debut como coordinador ofensivo de Cardenales.