Hace sólo dos semanas, Steve Keim estaba enfatizando la necesidad de mejorar la presión sobre los mariscales rivales por parte de Cardenales. Esto no es un secreto de estado, ni es difícil analizar. Después de ver lo que Broncos hicieron a Panteras en el Súper Bowl — y lo que Cardenales no pudieron hacerle a Cam Newton en el juego de Campeonato de la NFC — el plan de acción no podría haberse aclarado más.
Cambia un partido cuando se puede ejercer presión por los extremos constantemente. Hace una diferencia en los partidos más importantes. Después de la temporada 2007, Patriotas, con su marca 18-0 y un juego aéreo que anotó más de 50 touchdowns por sí solo, se estancó en el Súper Bowl. La defensiva de Gigantes ni siquiera era tan poderosa en términos generales, necesariamente — sin embargo tenía un frente de cuatro que podían llegarle al mariscal de campo (y buenos respaldos en la line a frontal), que hicieron la vida de Tom Brady una pesadilla y demolieron la temporada invicta con un certero golpe.
Este ha sido un tema constante en torno a Cardenales en los últimos años. Incluso mirando hacia atrás el draft del 2011, cuando Cardenales eligieron a Patrick Peterson futuro esquinero All-Pro con la selección general Nº 5, el equipo le estaba echado el ojo a la estrella del Súper Bowl 50 Von Miller esperando estuviera disponible a esas alturas (aunque se hizo evidente en los días previos al draft de que no llegaría a esas estancias.) Puedes esquematizar todo lo que quieras y bombardear más que cualquier otro equipo — algo que Cardenales han hecho el último par de años — sin embargo mandar la carga es un riesgo que puede quemar a un club. Y Cardenales no siempre ejercían presión, incluso cuando mandaban la carga. La presión sobre los mariscales rivales no garantiza un título (pregunte a las Panteras, que hostigaron a Peyton Manning bastante bien ellos mismos), sin embargo es un camino cuesta arriba si no se cuenta con eso.